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jueves, 23 de agosto de 2018

EL CASO JARLAN BARRERA

Arrancó la Liga y para sorpresa de muchos, incluido este servidor, Junior marcha entre los primeros puestos del campeonato Colombiano. Salvo el último partido contra Chicó, el equipo rojiblanco venía firmando buenas actuaciones futbolísticas, ganando con categoría como local en un remodelado Romelio Martinez, y haciendo buenos partidos de visitante. Para mayor sorpresa, uno de los jugadores que se les notó un cambio de actitud y retomó el talento que tiene es Jarlan Barrera, eterna promesa desde hace varios años, pero que cada temporada termina decepcionando por su irregularidad futbolística, o su actitud en cancha.

A pesar de lo anterior, una parte de la hinchada en la que nuevamente se incluye este servidor, mantenía un ambiente de escepticismo, y tomábamos con cautela los buenos resultados del arranque del campeonato, desafortunadamente parece que teníamos razón en tomar las cosas con calma cuando la semana pasada estalló la noticia de la reticencia de Jarlan Barrera en renovar con el club que le abrió las puertas del profesionalismo, para así como agente libre poder negociar su pase al final de temporada y obtener un mayor beneficio económico.

En esta ocasión no vamos a hablar de sentimentalismos, más bien ubiquémonos en el contexto profesional, y preguntémonos ¿qué pasó en Junior que tiene que salir a renovar a falta de pocos meses de terminar el contrato a un jugador joven y negociable a futuro? Será que es tan ingenuo como muchos románticos que apelarán al color de la camiseta, al significado del escudo, o al apego regional para que el jugador acceda a sus pretensiones? De ser así queda evidenciado nuevamente la urgencia para que los dueños del club pongan al frente del mismo personas que sí sepan cómo se mueve este deporte, y no a títeres de turno a los que desautorizan y les pasan por encima cada que les da la gana.

No se entiende como jugadores de la talla de Edison Toloza por solo nombrar uno, si se le ofrecieron contratos a largo plazo sin importar su edad y rendimiento, mientras que un jugador joven y talentoso, aunque irregular como Jarlan, no se pudo ver en el club como oportunidad de negocio a futuro, firmándolo solo por un año, un plazo de contrato que raramente se le brinda a jugadores, a menos que estén muy “veteranos” como el caso de Giovanni Hernández y su coca cola mata tinto, o con antecedentes de lesiones como el crack Omar Pérez.

Ahora bien, retomando el tema estrictamente futbolístico, Jarlan Barrera siempre ha sido un jugador irregular, del que siempre se ha esperado mucho, pero que nunca ha terminado de cuajar con todo su potencial en Junior ni en el fútbol nacional. No podemos ahora darnos contra las paredes porque se va el Zidane o el Ronaldo del equipo. Más de una vez se le increpó su bajo rendimiento y su estado físico, además no olvidemos que venía siendo titular solo en el arranque de este torneo, donde finalmente mostró que podía aguantar los 90 minutos de un partido, entonces Juniorista ¿cuál es la preocupación? no creamos que se va la pieza clave de Junior, si se quiere ir bien pueda y no ocupe un espacio en el que no quiera estar, váyase de Junior y tenga muchos éxitos por fuera, fórrese en dinero y asegure su futuro, pero tenga claro que mientras no cambie su actitud en cancha y fuera de ella,  más temprano que tarde lo veremos pidiendo chance para volver al “equipo de sus amores”. En ese momento espero que la directiva no sea tan ingenua para volverse a tragar ese cuento sentimental, aunque pensándolo bien a fin de cuentas el problema de toda esta situación no es fútbolistico, sino más bien económico, y los perjudicados no son más que ellos mismos como victimas de sus malos manejos, al perder una buena oportunidad de negocio. 

Desde esta tribuna recomiendo que le saquen hasta la última gota de sudor al contrato de Jarlan, es decir que lo pongan a jugar cuando se le necesite, y que luego se vaya al club que quiera, al fin y al cabo tiene contrato hasta diciembre y la orden de no convocarlo no es más que una pataleta de una directiva incompetente a la que no le accedieron a sus caprichos y malos manejos.